fbpx

¿Síndrome del impostor? ¡DALE AL PLAY!

No te imaginas lo que me ha costado decidirme a hacer este episodio. Sinceramente, no me sentía preparada. O, comparado con lo que un experto pueda decir sobre el tema, no me parecía que tuviera mucho valor que aportar.

Ahí es cuando he caído que, irónicamente, mi querida impostora me estaba intentando frenar para no hacer el episodio del síndrome del impostor.

Pero después he recordado que, no se trata de darte la solución definitiva, sino de compartirte mis experiencias para, al menos, ayudarte a identificar cuando estés actuando con este freno de mano echado, y puedas así cambiar las palabras en tu cabeza para impulsarte en vez de hacerte pequeñita.

Porque esa es la función del síndrome del impostor: que nos quedemos en nuestra zona segura para estar bien protegidas y que nadie nos haga daño.

Tiene una función noble, pero cuando vivimos con nuestra impostora de la mano, nos cerramos oportunidades maravillosas y no nos permitimos crecer y desarrollarnos como persona.

Porque todo crecimiento implica un cierto grado de incomodidad. Eso es así.

Quizá te sorprenda, pero aún me cuesta responder a la pregunta “a qué te dedicas”, y dependiendo de la persona y la situación, a veces digo “tengo una escuela online de negocios”, y otras digo “soy profesora”, y me quedo tan pancha.

Es algo que con los años voy mejorando, pero soy 100% consciente que, cuando me sonrojo al hablar de mi increíble negocio, es porque en lo más profundo de mi ser, una pequeña parte de mí siente que no soy lo suficientemente buena.

Es así, es un hecho, y lo tengo muy trabajado en terapia.

Pero ahí está. De hecho, cada vez que hago una sesión en mi comunidad, tengo esa misma sensación.

Y tengo un mantra que me repito a mí misma antes de mis sesiones, mis grabaciones del podcast o lo que sea que haga sentir así, y es “Estoy aquí para ayudar y aportar valor. Esto no va de mí, va de ellas. Voy a estar tranquila y dar lo mejor de mí en el momento presente. Estoy más que preparada.”

Ese es mi mantra, y me ayuda a bajar mi ritmo cardiaco, dejar de pensar todo tipo de escenarios tremendistas, y entrar a la sala o la grabación sintiéndome más segura y confiada.

Y de verdad que tener un mantra así marca 100% la diferencia.

Si no tienes el tuyo, te regalo el mío o te animo a que te crees el tuyo propio y lo pongas en un lugar visible al que tengas acceso en estos momentos donde lo vayas a necesitar.

Otra cosa que me ayuda es recordar que ni soy experta, ni soy gurú, ni soy perfecta.

Esto lo hablamos hace unas semanas en el episodio sobre “límites en tu negocio”, y es la idea de no actuar de una forma que sea insostenible.

Sinceramente, creo que es agotador intentar parecer siempre perfecta, o que lo sabes todo de tu tema.

Es imposible. Tú lo sabes, yo lo sé, y tu impostora también.

Y si, de cara hacia fuera, tu discurso es de “soy la mejor en mi nicho” y “tengo todas las respuestas”, es normal que tengas el síndrome del impostor, pero es que has puesto la bara de medir en la perfección. 

Por eso, a mí personalmente me da paz mental saber que, las que estás por aquí me seguís por el valor que os oporto, aún sabiendo que no lo sé todo (ni lo pretendo) y que cometo errores constantemente.

Sin ir más lejos, hace un par de minutos he compartido un post en Ig porque estamos en la semana del lanzamiento del Club. Un carrusel precioso y súper inspirador que me ha llevado un buen rato crear, y he leído y releído al menos 5 veces antes de publicar. Y qué me encuentro a la hora de publicarlo. Que he puesto “me hacía muchísimas falta conectar con mujeres”. MUCHÍSIMAS. Qué error más bobo, no? Pues así todo el tiempo.

No exagero.

Y vale, dirás “este error es imperceptible”. Sí, pero hemos tenido otros mucho más gordos, como por ejemplo crear un reto, pero al apuntarte y confirmar la suscripción, te llega un mensaje de que te has suscrito correctamente a otra cosa que nada tiene que ver con el reto.

Bueno, podría hacer un episodio entero de errores que he cometido desde que empecé Y.E. y seguro que nos echaríamos unas risas, pero creo que pillas por donde voy.

De verdad te digo que abrazar mi yo imperfecta ha sido de lo más inteligente que he podido hacer con mi negocio.  Entender que esa parte está ahí, y que no me hace peor profesional.

Y que, gracias a ella, y a su mantra del “mejor hecho que perfecto”, no paramos de hacer, equivocarnos, acertar y avanzar.

ESTO, QUERIDA AMIGA, EL ACEPTARME TAL Y COMO SOY, ES MI MEJOR ARMA CONTRA EL SÍNDROME DEL IMPOSTOR.

Pero, por supuesto, soy humana y aún hay muchas ocasiones que se salen mucho de mi zona de confort y en las cuales no me siento preparada.

Por ejemplo, hay un nuevo proyecto en YE que verá la luz en unos meses, y wow! No te imaginas los debates internos infinitos que he tenido conmigo misma sobre si debería hacerlo o no.

Y es gracioso, porque lo que quiere nuestra impostora es protegernos, y cuando el pretexto de “no estás suficientemente preparada” no es suficientemente convincente, empieza a sacarse otros ases de la manga.

En concreto en mi caso “te va a llevar mucho tiempo y vas a perder libertad y calidad de vida”

Es muy inteligente porque conoce mis prioridades y filtros, y sabe que con esto no se juega.

Y por eso he tenido tantos debates, miedos e inseguridades a la hora de hacer cualquier nuevo proyecto en Y.E, pero después cuando me senté a mirarlo con objetividad, me di cuenta que eso NO TENÍA QUE SER ASÍ.

Y muchísimo menos, impedirme avanzar por este miedo. 

Es irracional. Y es fruto de mi imaginación.

Quizá tú ahora estés pensando en otros proyectos, oportunidades o lo que sea que has dejado de hacer por miedo a fracasar, o al qué dirán, o a estar menos presente en la vida de tus hijos.

Y ahora te estás dando cuenta que esas razones que te dijiste en su día para no hacerlo es MENTIRA. Es tu instinto más primitivo intentando protegerte sobre todas las cosas.

Y ojalá que, si ese es el caso, después de este episodio te sientes hablar con tu impostora para intentar encontrar una solución que a las dos os convenga.

Mi diálogo interno fue algo así como:

  • Si haces esto, vas a volver a ser esclava de tu trabajo y perder todo lo que has ganado estos años.
  • Tienes razón, para mí la libertad es fundamental, pero seguro que hay una manera de no comprometerla y seguir adelante con esta idea. He pensado en…

Y de verdad que funciona. Te animo a que lo pruebes después.

¿Y sabes otra forma infalible de hacer las paces con tu impostora? DEMOSTRARTE QUE PUEDES HACERLO.

Esto sí que no falla.

Pero muchas veces vas a tener que lanzarte aún con tu impostora a tu lado, diciéndote día y noche que des la vuelta y te vayas por donde has venido.

Llegará el momento en el que le demuestres que SÍ QUE PUEDES, y ahí se quedará tranquila y te dejará seguir con tus cosas. Pero mientras tanto, no te creas que no va a estar ahí.

De hecho, este es un gran problema de muchas emprendedoras. El pensar que como no se sienten preparadas y suficientes, efectivamente no están listas.

NO, NO, NO. Esto no es verdad.

Siempre tienes que ir dando pasitos hacia alante. Uno tras otro. A veces te parecerán más pequeños, y otros demasiado intrépidos. Pero todo es avance, y todos te llevan a donde quieres estar.

Si esperas a estar lista para dar el siguiente paso, nunca lo vas a dar.

Y aquí ojo que no estoy hablando de pasar de cero a cien, es decir, hoy tienes una idea, y mañana dejas tu trabajo y te pones a ello 100%. No.

Más bien, que si tienes una idea pero trabajas por cuenta ajena, aunque tu impostora te diga todas las razones por las que no deberías siquiera tonterar con la misma, tú ir dando pasito a pasito. Primero coges papel y boli y empiezas a garabatear sobre tu idea. Después te pones a investigar qué hay ahí fuera y qué factor diferencial vas a ofrecer. Después te planteas cómo narices se emprende y te pasas semanas e incluso meses devorando nuestros podcast. Después te unes al Club para preparar tu estrategia de marca y aprender todo lo que necesitas.Y así sucesivamente vas avanzando, de la mano de tu impostora, hasta que te lanzas y empiezas a ver tus primeros resultados. Ahí, casi sin darte cuenta, se empezará a escuchar más y más lejos esta vocecilla, hasta casi casi desaparecer.

Te aseguro que será así. 

Para terminar quiero hablarte de mi experiencia creando el podcast con un síndrome del impostor brutal.

Cuando se me ocurrió la idea no tardé ni 2 semanas en ponerme a grabar mis primeros episodios, porque soy así de terremoto e inconsciente. Pero fue ponerme a grabar y wow! No me he sentido más fuera de lugar en mi vida.

Tanto es así, que al editar el podcast, todas y cada una de mis intervenciones las volvía a grabar encima.

Y, por cada entrevista que hacía, tenía un guión no solo con las preguntas, sino con mis frases en respuesta a los distintos escenarios que presentase la invitada.

Es decir, llegaba a la entrevista con 5 hojas escritas,¿te imaginas?

Y cada vez que terminaba de grabar, me tiraba de los pelos por lo mal que yo lo había hecho, y la vergüenza de publicarlo y que alguien más lo escuchase.

Ehhh… que no era para tanto. Quizá no tenía tanta confianza y desparpajo, pero que ni tan mal.

Pero como yo tenía como referencia mis podcasters favoritos americanos, y yo conseguía sonar como ellos, lo pasaba fatal.

Fueron meses de sufrir cada vez que me ponía a grabar. De sentirme tonta, fracasada…

Pero seguí, porque sabía que la práctica hace al sabio. Y que algún día lo haría mejor.

Me decía a mí misma “imagínate cómo lo hará la Laura que lleve 200 episodios”

Aprendí a aceptar este sentimiento tan angustioso, y a centrarme en el futuro. En cómo sería en 200 episodios.

Y en el proceso aprendí que lo más valioso que tengo es mi propia voz. Dejé de compararme con mis ídolos y empecé a conocerme mejor y también a caerme cada vez mejor.

Así, episodio a episodio, la impostora me fue dejando tranquila, y yo me centré en hacerlo lo mejor que podía, que es lo único que podemos hacer.

¿Significa esto que ya no tengo el síndrome del impostor con mi podcast? ¡Qué va! De vez en cuando sí aparece, pero ya tengo mis recursos y herramientas para decirle “no te preocupes, todo está bien, lo tengo controlado”. Y después me repito mi mantra:

“Estoy aquí para ayudar y aportar valor. Esto no va de mí, va de ellas. Voy a estar tranquila y dar lo mejor de mí en el momento presente. Estoy más que preparada.”

Antes de despedirme, quiero pedirte que, por favor, por nada del mundo, dejes de hacer las cosas por no sentirte preparada o suficientemente buena. ¡Recuerda que todas pasamos por eso, y que la única manera de hacer que la voz se vaya no es quedarte en tu sitio sin hacer ruido y hacerte pequeñita, sino todo lo contrario! Aceptar que esta voz te va a acompañar durante un tiempo, porque es su deber, pero tú deber es actuar y ser la mejor versión de ti misma. Te lo debes, y lo sabes.

 

Notas del Episodio:

Laura