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Episodio especial que todo emprendedor debería escuchar, con Laura Urzaiz

Hoy es mi cumpleaños, cumplo 29 años, madre mía! Mi último año de veintena.

Yo por ahora estoy contenta porque no he tenido ninguna crisis de estas existenciales por acercarme a la treintena. Será porque a lo largo de los últimos años he tenido unas cuantas, así quizá me libro de esta!

Emprender desde tan joven tiene sus pros y sus cons. Pros, que ahora a mis 29 tengo una posición bastante buena, pero cons que mi veintena no ha sido tan loca, divertida, relajada como la de la mayoría de los jóvenes. Yo empecé a emprender con 22 años, y eso me ha hecho crecer y madurar a un paso muy acelerado.

Anyways, estoy ahora en un momento bueno, cada vez mejor, y tengo proyectos de vida y de negocio muy emocionantes. Y yo una cosa que he descubierto de mí en los últimos meses es que tengo que tener la ilusión de algo que está por venir, algo por lo que trabajar, por lo que esforzarme, un motivo para levantarme cada día con ganas. Y ese proyecto como decía puede ser una nueva línea de negocio, inversiones, comprarme una casa, casarme, tener hijos…

Mi frase de whatsapp desde hace mil años es progress equals happiness, es decir, el progreso es igual a la felicidad. 

Este es mi mantra de vida. Y para sentir este progreso, tengo que tener metas, tengo que saber hacia donde voy, y tengo que acostarme cada noche sabiendo que estoy un paso más cerca. 

Dicho esto, hoy tengo un episodio muy especial, algo que no había hecho hasta ahora y que creo que te va a gustar.

Lo que voy a hacer a continuación es leerte 3 cuentos, para juntas reflexionar y sacarle la moraleja emprendedora, que todas tienen.

¡Vamos allá!

Cuento uno:

Cuento la historia que un rey recibió un día un regalo que le encantó. Se trataba de dos crías de halcón, que enseguida confió a su mejor cetrero para que las adiestrara. Pasó el tiempo, y un día el maestro pidió audiencia al Rey.

  • ¿Qué ocurre? ¿Has podido enseñar a mis halcones los secretos de la caza?
  • Majestad, ocurre algo extraño. Uno de los halcones vuela con gracia, velocidad y precisión, pero el otro no ha volado nunca. Se queda en su rama y solamente observa a su hermano.

El rey, gran amante de los animales, convoco a sus mejores curanderos para que resolvieran el tema. Pero el halcón no parecía enfermo. Simplemente se negaba a volar. Como nadie solucionaba el problema, el monarca ofreció una buena recompensa a quien hiciera volar el halcón.

A los pocos días, el maestro cetrero pido una nueva audiencia, y anunció con una sonrisa que ya los dos halcones volaban, y que se había puesto a enseñarle al que antes no se movía. El rey quiso verlo, y así era. Las dos aves cruzaban el cielo con destreza, aunque se notaba como el segundo halcón aún se mostraba un poco más torpe que el primero.

El rey quiso saber quién había solucionado el problema, y el cetrero le señaló a un campesino. El monarca no podía esconder su curiosidad.

  • ¿Cómo lo conseguiste?
  • Corté la rama, majestad. El halcón no tuvo otra opción que volar.

El rey no pudo disimular una sonrisa al ver la sencillez de la solución. Le dio la recompensa al campesino, y algunas instrucciones al maestro cetrero para la próxima partida de caza.

 Muchas veces las personas nos quedamos en la zona segura, soñando, haciendo planes, observando lo que hacen los demás… y esperando el momento adecuado para lanzarnos.

En el mundo emprendedor esto lo hemos bautizado como “parálisis por análisis” o incluso perfeccionismo.

Y sí, dar ese paso que se dice fácil puede ser realmente aterrador, porque no sabemos lo que nos espera al otro lado, aparte de mucho trabajo e incertidumbre.

Y claro, nuestro instinto más primitivo intenta protegernos mostrándonos toda las razones por las que deberíamos esperar, o simplemente no deberíamos empezar.

“No estás preparada”, “eres demasiado joven”, “eres demasiado mayor”, “tienes muchas responsabilidades”, “nadie te va a tomar enserio”, “el mercado ya está muy saturado”, “ya hay gente que está haciendo lo que yo quiero hacer” etc. et. etc.

Razones así podemos encontrar a montones. En mi caso, recuerdo que mis miedos a la hora de empezar a emprender eran “eres demasiado joven e inexperta, y nadie te va a tomar enserio”, “voy a ser el hazmereir”, y “no soy lo suficientemente buena”.

No sé si tú puedes identificar las creencias que te están limitando, pero si no te animo después, o ahora si quieres pausar el audio un momento, a pararte y identificar estas frases que no te dejan avanzar, o que te dificultan el camino.

Son como piedras en el zapato, que muchas veces no nos frenan, pero sí que son muy molestas, y si sabemos que están ahí y las trabajamos, podemos quitárnoslas y seguir el camino con una sonrisa y mejor marcha.

En el cuento, el halcón no es que no pudiera volar, poder podía porque es un ave cazadora, pero de estar tanto tiempo posada en la rama, probablemente se le había olvidado su potencial.

Esto mismo les pasa a muchas personas, que son capaces de hacer cosas increíbles, tienen un enorme potencial, pero por miedo o por confort se quedan en su rama, en un trabajo seguro, y no se atreven a dar ese salto. 

Y aquí hago un paréntesis para aclarar que no quiero decir que todos tengamos que emprender y que los que no lo hacen se quedan en la opción segura, para nada. Lo que digo es que los emprendedores para mí lo llevamos por dentro, tenemos algo distinto, ese inconformismo, esas ganas de crear el cambio, de salirnos de lo establecido. Y en la metáfora, para mí los emprendedores somos todos halcones, lo que pasa es que algunos se lanzan a volar, y otros se quedan en la rama.

Si estás aquí, escuchando este podcast, es que eres un halcón, estés o no estés volando todavía. Así que date cuenta de quién eres y de tu potencial.

 Cuento dos: 

Dicen que había un ciego sentado en la vereda, con una gorra a sus pies y un pedazo de madera en la cual se leía:

“POR FAVOR, AYÚDENME, SOY CIEGO”

Un creativo de publicidad que pasaba frente a él, se detuvo y vio unas pocas monedas en la gorra.

Sin pedirle permiso tomó el cartel, le dio la vuelta, tomó una tiza y escribió otro anuncio.

Volvió a poner el pedazo de madera sobre los pies del ciego y se fue.

Por la tarde el creativo volvió a pasar frente al ciego que pedía limosna, su gorra estaba llena de billetes y monedas.

El ciego reconoció sus pasos y le preguntó qué había puesto en el cartel.

El publicista le contestó:

– “Nada que no sea tan cierto como tu anuncio, pero con otras palabras”, sonrió y siguió su camino.

El ciego nunca lo supo, pero su nuevo cartel decía:

“HOY ES PRIMAVERA,Y NO PUEDO VERLA”

Esta historia probablemente la has escuchado antes, nos enseña la importancia de evocar emoción a través de nuestro mensaje, de conectar con las personas a través de mensajes positivos.

Una de las artes que debemos aprender como emprendedoras es justamente esta, el contar una historia o un mensaje potente a través de una imagen o unas pocas palabras.

A veces se nos olvida que no nos gusta que nos vendan, es algo que nos causa rechazo automáticamente. Por tanto si vamos directamente a nuestros clientes potenciales con nuestra oferta y todos los motivos por los que nos deberían comprar, no vamos a encontrarnos la respuesta que buscamos.

O peor aún, que también lo he visto bastante. Intentar vender dando pena, con frases del estilo “me lo he currado muchísimo y la gente no valora el esfuerzo”, “no entiendo por qué no tenemos más clientes cuando somos mejores que nuestra competencia” o cosas del estilo.

Por muy alucinante que esto parezca, hay gente que sale ahí fuera con este tipo de frases pasivo-agresivas. Y sinceramente esto no es que no funcione, si no que además da una imagen de marca muy mala.

Volviendo a nuestro cuento, la moraleja no es otra que darle la vuelta a nuestras palabras para expresar un mensaje desde una perspectiva positiva, humana, diferente, que conecte.

En nuestra historia, los dos mensajes tienen el mismo mensaje, una persona ciega pidiendo dinero, pero fíjate qué diferencia hay entre “soy ciego y no tengo trabajo. Ayúdame por favor” a “Es un bonito día. Puedes verlo. Yo no”.

Y una segunda reflexión que yo saco de este cuento es que en muchas ocasiones, no tener resultado no es sinónimo de un mal producto/servicio o de que el mercado no lo quiera. Si cambiamos nuestra estrategia, podemos conseguir darle la vuelta a la tortilla.

 Cuento tres:

Una mujer esperaba en el aeropuerto una noche, varias largas horas antes de su vuelo buscó un libro en la tienda del aeropuerto compró una bolsa de galletas y encontró un lugar donde sentarse. Estaba ensimismada en el libro, pero logró ver, que el hombre que estaba a su lado, muy osado, tomaba una o dos galletas de la bolsa que estaba entre ellos lo cual ella trató de ignorar, para evitar una escena. Leyó, comió galletas y miro el reloj, mientras el atrevido ladrón de galletas disminuía el contenido de la bolsa. Ella empezó a irritarse más y más a medida que transcurrían los minutos pensando si no fuera tan buena, le pondría un ojo morado. Cada vez que ella tomaba una galleta, el también tomaba una. Cuando solo quedaba una, ella se preguntó lo que haría. El hombre con una sonrisa en el rostro, tomó la última galleta y la partió por la mitad. Le ofreció una mitad y se comió la otra. Ella tomó su mitad y pensó: este hombre es atrevido y también descortés porque ni siquiera me demostró gratitud. Nunca se había sentido tan molesta, suspiró aliviada cuando anunciaron su vuelo. Tomó sus pertenencias y caminó hacia la puerta negándose a volver la mirada hacia el “ingrato ladrón” aunque escuchó a sus espaldas un sonriente:” buen viaje”. Abordó el avión y se sentó en su lugar. Buscó su libro en su equipaje, quedó sorprendida: dentro tenía una bolsa entera de galletas Si mis galletas están aquí, exclamó con desesperación, entonces las otras eran de él y trató de compartirlas Era demasiado tarde para disculparse, comprendió con pesar, que ella era la descortés, la ingrata y la ladrona. No pensemos mal de los demás por lo que vemos de ellos, ya que no sabemos las circunstancias de porque La gente actúa de esa manera, si juzgamos mal los sorprendidos seremos nosotros.

El tercer cuento es una historia que me encanta, he leído decenas de veces porque lo usaba mucho en mis clases cuando era profe de español, y me gusta porque de aquí se pueden sacar conclusiones de la vida y también de los negocios.

Es el cuento de “el ladrón de galletas”.

Como te decía antes, de aquí se pueden sacar reflexiones muy profundas, como la importancia de no pre-juzgar a los demás, o de compartir. 

Pero desde una perspectiva empresarial, también podemos sacarle chicha.

Yo, por ejemplo aquí veo la importancia de ser objetivos y ver las situaciones únicamente desde nuestra perspectiva. Porque muchas veces vas a ver que una situación tú la ves de una manera, y tu cliente o tu empleado o quién sea de otra.

Y para evitar tomar malas decisiones, basándonos en la emoción, tenemos que hacer un ejercicio de empatía, para ver la situación desde otras perspectivas, y también analizarlo desde fuera, dejando los sentimientos a un lado.

Y también este cuento habla de la importancia de hablar, de comunicarnos, porque hablando se entiende la gente. Y hablando se solucionan los conflictos.

Esto, que se dice fácil, ya sé que no lo es. Pero que no sea fácil no significa que no podamos hacerlo. Ya verás que con el tiempo y la práctica vas mejorando.

Cuarto cuento:

El cuarto es probablemente mi favorito, y lo tengo muy presente en mi día a día.

Es el cuento del empresario y el pescador.

Dice así:

“Un hombre rico, empresario, bien vestido, ropas caras y talante derrochador, iba paseando por el puerto, cuando se encuentra con un modesto pescador. El pescador trabajaba en sus redes y en su pequeña barca, y tenía un cubo lleno de un montón de peces recién pescados. El rico empresario le preguntó:

– Óigame, ¡usted tiene mucha maña! ¡Parece un pescador muy bueno! Usted sólo y con esta pequeña barca ha pescado muchos peces. ¿Cuánto tiempo dedica a la pesca?

El pescador respondió:

– Pues mire usted, yo la verdad es que nunca me levanto antes de las 8:30. Desayuno con mis hijos y mi mujer, acompaño a mi familia al cole y al trabajo, luego voy tranquilamente leyendo el periódico hasta el puerto, donde cojo mi barca para ir a pescar. Estoy una hora u hora y media, como mucho, y vuelvo con los peces que necesito, ni más ni menos. Luego, voy a preparar la comida a casa, y paso la tarde tranquilo, hasta que vienen mis hijos y mi mujer y disfrutamos haciendo juntos los deberes, paseando, jugando. Algunas tardes las paso con mis amigos tocando la guitarra.

– ¿Entonces me dice que en sólo una hora ha pescado todos estos peces? ¡Entonces usted es un pescador extraordinario! ¿Ha pensado en dedicar más horas al día a la pesca?

– ¿Para qué?

– Pues porque si invierte más tiempo en pescar, 8 horas, por ejemplo, usted tendría 8 veces más capturas, y ¡así más dinero!

– ¿Para qué?

– Pues con más dinero usted podría reinvertir en una barca más grande, o incluso contratar a pescadores para que salgan a faenar con usted, y así tener más capturas.

– ¿Para qué?

– Pues con este incremento de facturación, ¡su beneficio neto sería seguro envidiable! Su cash flow sería el propicio para llegar a tener una pequeña flota de barcos, y así, hacer crecer una empresa de pesqueros que le harían a usted muy muy rico.

– ¿Para qué?

– ¿Pero no lo entiende? Con este pequeño imperio de pesca, usted sólo se tendría que preocupar de gestionarlo todo. Usted tendría todo el tiempo del mundo, para hacer lo que le venga en gana. No tendría que madrugar nunca más, podría desayunar cada día con su familia, podría acompañar a los niños al cole, jugar con ellos por la tarde, tocar la guitarra con sus amigos…”

 La moraleja podría ser que no necesitamos mucho para vivir. Podría ser. Pero para mí es más profundo que eso.

Habla de la importancia de conocernos bien y entender qué es lo que nos mueve, lo que nos hace felices, lo que nos llena. El por qué nos levantamos cada día, cuál es nuestra verdadera esencia.

Esto para nosotras como emprendedoras es súper importante, porque hay una línea muy fina entre nuestro propósito y nuestro ego o ambición.

Es decir, si por ejemplo tú emprendes para estar más presente en la vida de tus hijos, y después tu negocio va genial, tienes muchos clientes, mucho éxito, puedes sin darte cuenta verte inundada de trabajo, con mucho estrés y responsabilidad, y viviendo una realidad muy lejos de la que en su día te motivó a emprender.

Por eso es tan importante tener clara nuestra visión de vida desde el principio, para que así nuestro negocio se adapta a ésta, y no viceversa.

No te puedes imaginar la cantidad de exitosos emprendedores que tienen una existencia miserable por haber perdido por el camino su razón de ser.

Así que protejamos desde el principio nuestra visión y pongamos límites, para vivir una vida realmente feliz y plena, que al fin y al cabo, ese es el motivo por el que estamos emprendiendo, ¿no?

Dicho esto, espero que te haya gustado este episodio y que te haya hecho reflexionar. Y espero de corazón que estas 4 historias te acompañen y te ayuden a tomar buenas decisiones en tu vida y tu negocio.

A veces nos complicamos la vida, cuando la respuesta la tenemos delante, en un cuento como éstos.

Notas del Episodio:

Laura