fbpx

Cómo ha sido viajar +7 meses con un negocio online

¡Ya está! ¡Se acabó! Hace ya dos semanas que volvimos de nuestro viaje de más de 7 meses por Latinoamérica, donde hemos visitado Ecuador, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Brasil, y en los que he vivido experiencias únicas e inolvidables. Aunque también hemos tenido momentos difíciles y retos personales.

Y, como lo tengo todo tan reciente, me apetece hacer este episodio para contarte cómo ha sido el detrás de cámaras viajando y trabajando durante tanto tiempo. Y en concreto quiero hablarte del estilo de vida que hemos tenido, los aprendizajes que me llevo, la parte no tan bonita, y alguna que otra anécdota de estos meses.

Si te soy sincera, este episodio lo hago para mí. Para así, el día de mañana, poder volver a revivir con tanta nitidez esta etapa tan bonita y aventurera de mi vida, ya que en esta ocasión no he sido capaz de ser constante con mi diario de viajes. Literalmente, no he tenido tiempo.

Así que no, este episodio no es de esos estratégicos y súper cañeros con los que aprendes un montón. PERO yo diría que puede ser incluso mejor.

No sé tú pero a mí escuchar cómo viven otras emprendedoras me resulta súper inspirador y me ayuda a ver que no hay mucho que no podamos hacer.

Dicho esto, empecemos!!

¿Y por dónde empezamos? Pues por el principio 🙂 Cuando aún estaba en VLC y no había comprado los billetes.

Prometo que en esta parte voy a ser breve para no alargarme mucho con el storytelling.

Como muchas sabéis, el verano pasado fue bastante desastroso para nosotros. Nos acabábamos de comprar nuestro primer piso, y nos adentramos en el tenebroso mucho de las reformas.

Si el proceso de compra se complicó por todos lados, la reforma ya ni te cuento. Y no te exagero si te digo que acabamos completamente KAO de gestionar problemas, ir corriendo por la vida y pelearnos día sí día también con la persona al mando de la reforma.

Durante estos meses mi productividad cayó por los suelos y me sentía fatal por ello. Pero, por suerte, tengo un negocio estupendo y un equipo increíble y mis dramas personales no afectaron al crecimiento de Yo Emprendedora (o al menos no demasiado).

A mediados de septiembre teníamos el piso brand new, y a finales hicimos la mudanza.

¡Qué ilusión más grande tener por fin nuestro primer hogar juntos, después de tantos años de alquiler!

Y bueno, esto al margen, pero qué alegría no tener que alquilar más, porque siempre era un estrés conseguir un alquiler siendo los 2 autónomos, y nuestra única oportunidad era llegar los primeros al piso y cerrarlo en el momento, con el dinero en mano y un depósito de varios meses por el hecho de ser autónomos. ESO NO LO VOY A ECHAR DE MENOS.

Y bueno, a las pocas semanas, cogimos nuestro primer billete de avión, rumbo BOGOTÁ.

A mucha gente le sorprende que nos fuéramos nada más mudarnos al piso, pero para nosotros fue el momento perfecto. Llevábamos meses hablando de hacer un viaje a lo grande, y en cuanto las aguas se calmaron un poco, nos lanzamos a la aventura sin pensarlo.

Además estábamos tan cansados y se nos había quedado tan mal cuerpo después de esos meses, que necesitábamos un borrón y cuenta nueva. ¡Y qué mejor que hacerlo de esta manera!

Eso sí, para no irnos con demasiada carga de trabajo, Chris y yo nos propusimos hacer 3 meses de trabajo en 3 semanas, ¡y lo conseguimos!

De eso ya os hablé en el episodio de hace unas semanas, que si aún no lo has escuchado, te lo recomiendo porque te gustará.

Y gracias a esa maratón de trabajo, nos fuimos tranquilos y con ganas de disfrutar de esta nueva etapa.

Ahora me hace gracia recordar que estuvimos hasta el día de antes prácticamente cerrando cosas de trabajo, y dejamos la planificación del viaje para el último minuto. Comprar ropa y zapatillas, seguro de viaje, reservar el primer alojamiento…

Y si te soy sincera, así ha sido desde entonces. TODO LAST MINUTE!

Puede parecer una locura, pero durante estos meses hemos ido decidiendo el próximo destino el día de antes, cogiendo vuelos unas horas antes de salir, e igual con los alojamientos, y haciendo prácticamente cero planning de los sitios a los que íbamos.

NO ES LO IDEAL. Y en alguna ocasión nos hemos llevado algún que otro disgusto. Pero qué quieres que te diga, en esto de la planificación de viajes los dos somos lo peor… Y por eso hemos acabado aceptándolo y fluyendo con la vida.

Y con esa forma de vivir en el momento, pasamos de un viaje que inicialmente iban a ser 2 meses y medio, trabajando unas 20 horas a la semana, a la realidad que ha sido 7 meses y medio, con apenas trabajo.

Es así. Hemos trabajado MUY POCO. Demasiado poco para mi gusto, pero así ha sido.

Semanas y semanas viajando sin parar, con paradas de unos días para ponerse al día. Excepto una parada más larga que hicimos en la mitad del viaje, en Medellín, donde nos quedamos 3 semanas para trabajar. Y te juro que me dio la vida y lo disfruté un montón.

¿Y no te sentías culpable, o no tenías ansiedad trabajando tan poco?

Esta pregunta me la habéis hecho bastante durante estos meses. Y la respuesta es un claro SÍ.

No ha sido sencillo estar tan desconectada del trabajo, y al final he vivido estos meses con la sensación de tener siempre algo pendiente.

Y por supuesto que me he sentido culpable.

Pero después pensaba: Joder Laura, has estado AÑOS trabajando mañana, tarde y noche, de lunes a viernes, sin fines de semana, sin festivos, sin descanso. Pasándolo mal, arriesgando mucho.

¡ESTAS VACACIONES ESTÁN MÁS QUE MERECIDAS!

Y si no hago estas cosas ahora, que soy joven, tengo salud, y no tengo a nadie a mi cargo, ¿cuándo lo voy a hacer?

Así que sí, me he sentido culpable, pero tenía mis herramientas para que este sentimiento no transcendiera y me impidiese disfrutar del día a día.

Es gracioso porque antes te decía que nuestro viaje iba a ser de, máximo, 3 meses, en parte porque tenía un compromiso familiar que no me quería perder. Pero, estando en la Amazonia con un grupo de personas que estaban viajando solos de una forma súper libre, me contagié de su energía y cambié, de la noche a la mañana, los planes que teníamos.

Fíjate, hasta ese momento yo pensaba que Chris y yo estábamos haciendo un viaje muy intrépido, diferente, muy radical. Y de repente conozco a Larissa, una chica de Suiza que, con 25 años, había dejado su trabajo y lo había vendido todo para irse 8 meses de viaje por esta parte del mundo.

Y conozco a Tim, un chico americano de treinta y pico años, que lleva años siendo nómada y trabajando online.

Y conozco a muchas más personas que me cuentan que han dejado sus trabajos y sus pisos para dar la vuelta al mundo.

¡Muy extremo! Dirían algunos.

Pero lo que estos jóvenes (y no tan jóvenes) están viviendo, estos aprendizajes, estas amistades, estas experiencias, te cambian la vida.

Y a mí, sin duda, me inspiraron y cambiaron el rumbo de mi propio viaje.

Te cuento también que estos meses han estado llenos de conversaciones profundas sobre la vida, nuestra mentalidad, relaciones, creencias, familia, etc.

Y me ha hecho replantearme muchas cosas personales.

No he hecho un ritual de Ayahuasca, pero sí que he estado en lugares mágicos que han sacado a la superficie estas heridas que llevo años intentando no mirar.

Ojos que no ven, corazón que no siente.

Todas sabemos que esto no es verdad. Y que hay personas y experiencias que, aunque en teoría ya no formen parte de nuestra vida y sean parte de nuestro pasado, siguen ahí. Y de hecho tienen mucha presencia y mucho peso.

Hace un par de años estuve en un proceso de terapia, que me ayudó con algunas cosas. Pero no me solucionó la vida ni mucho menos, porque obviamente no se trata de eso.

Y siento que este viaje, estas conversaciones, estas reflexiones, me han ayudado a destapar estas sensaciones tan desagradables, el dolor,rabia, nostalgia, frustración… Y a ACEPTAR las cosas tal y como son.

No podemos cambiar el pasado.

No podemos cambiar a las personas.

Pero lo que sí que podemos es cambiar el cómo RESPONDEMOS ANTE ELLO.

Yo me he permitido (y me permito) sentir todo esto. Dolor, tristeza, frustración, impotencia… Pero no vivir en ese dolor, ni mucho menos convertirlo en el centro de mi universo.

La vida tiene cosas muy jodidas, pero también muchas cosas maravillosas. Y no me refiero a los viajes. Me refiero a las personas bonitas que forman parte de nuestra vida, los pequeños momentos del día a día que nos sacan una sonrisa, las miles de cosas por las que podemos estar agradecidas.

Es todo cuestión de perspectiva.

Otra cosa de la que te quiero hablar, y que me ha sorprendido gratamente, es la percepción tan equivocada que tenemos de algunas partes del mundo.

Antes de viajar por aquí era de las que decía que Latinoamérica no me llamaba demasiado porque “uis, qué peligroso”…

Y de hecho me costó tomar la decisión de venir, porque tenía miedo.

Imagínate, buscada en Google “viajar a Colombia, viajar a Ecuador, Nicaragua..” y lo primero que te salía es que son países peligrosísimos, con mucho crimen, y que en muchos de estos países los gobiernos recomiendan no viajar a no ser que sea estrictamente necesario.

Claro, yo pensaba que me iban a querer atracar o secuestrar allá donde fuera, simplemente por ser de fuera.

PERO NO, NADA MÁS LEJOS DE LA REALIDAD.

De verdad, yo soy una persona muy cauta, pero en estos países me he sentido muy segura. Y no solo yo, sino esta que todos los viajeros que conocí decían lo mismo.

Obviamente tienes que ir con cuidado, y en algunos sitios evitar salir de noche.

Pero también en España.

Por aquí tienen un dicho que es NO DES PAPAYA, y significa “no vayas llamando la atención. Ten dos dedos de frente y todo irá bien”.

Quizá te estás preguntando si hemos tenido algún que otro drama o susto en estos meses.

Con personas realmente no. Es decir, yo sí que me llevé un poco de susto cuando llegué por primera vez a Quito y el portero del edificio donde nos quedábamos, que estaba en una buena zona, llevaba chaleco antibalas e iba armado.

Y sí que en un par de ocasiones hubo algún que otro oportunista con intenciones de robarnos.

Pero ya está. Nada más.

Ahora… con animales sí que hemos tenido alguna anécdota.

Yo ya no sé qué he contado por aquí, y qué no. Así que pido perdón si repito alguna acécdota, al estilo abuelita cebolleta. Pero me gusta recordar estas cosas 🙂

En Ecuador fuimos a Mindo, que está al norte de Quito. Y ahí un día ibamos con intención de hacer una ruta de cansadas, pero no sé cómo nos desorientamos por el bosque y acabamos en una finca privada.

Llevábamos horas caminando, sin rumbo, y en la puerta de este lugar decía “se venden cafés”, así que llamamos a la puerta para tomar un cafecito y así de paso hablar con alguien y que nos pudiese orientar un poco.

Ese día, que a priori parecía que iba a ser un fiasco, acabó siendo uno de los días más especiales de nuestro viaje.

En esta finca conocimos al dueño, Don Albert, y a sus 2 trabajadores. Don Albert era un experto en botánica y fue profesor e investigador de la universidad de Quito durante años, y tenía esa finca que era enorme, donde tenía campos de café, diferentes cultivos, y varias cascadas en su propiedad.

Empezamos tomándonos un café con él, y acabamos haciendo una ruta (súper salvaje) por sus terreros, donde por cierto estuve a unos centímetros de pisar una serpiente venenosa que se había camuflado entre las hojas secas en el camino.

Y también nos enseñó sus cultivos, nos explicó el proceso de preparación del café, nos habló de los experimentos que estaba haciendo… Y no sé, fue uno de esos días que, por casualidad, se acaban convirtiendo en recuerdos muy especiales.

Otro día increíble fue cuando subimos al refugio del volcán Chimborazo, a 5.100 metros del nivel del mar. Imagínate, a tanta altura sientes que cada paso es un esfuerzo, y yo sentía como si estuviera caminando sobre la luna.

Y después hicimos la bajada en bici. ¡ESO FUE UNA LOCURA! Imagínate bajar un volcán en montanbike, con una inclinación muy pronunciada, pasando por partes de nieve, hielo, rocas…

¡Vamos, pura adrenalina!

Y bueno… Galápagos fue otro de estos lugares mágicos. De hecho, mis mejores recursos son en estas islas. En concreto en San Cristobal, nadando con los leones marinos. No te puedes imaginar la sensación de estar en el mar y que un leoncito se te acerque y empiece a nadar entre tus piernas, y después otro te empiece a rodear para jugar contigo.

Y otra experiencia única en Galápagos fue en Isabela, en Los Túneles. Ese lugar es como estar en el mundo de Avatar. Agua celeste, rocas en forma de puente, tortugas gigantes, tiburones, peces de colores, mantas, aves endémicas… Verlo desde fuera ya era una experiencia, pero imagínate desde el agua…

Aisss… podría pasarme el episodio hablándote de lugares y experiencias, porque hay tantos…

Como el eje cafetero de Colombia, con sus campos de café, sus casitas de colores… O la isla de Ometepe en Nicaragua, donde nos cogimos una moto para descubrir bien la isla, con sus 2 volcanes, playas alucinantes, atardeceres de película…

O xxx

Es gracioso, porque antes de ir a Nicaragua, El Salvador y Guatemala tenía bastante miedo. De hecho, me debatí mucho si ir o no…

Centroamérica no tiene la mejor fama, y hasta hace poco no se podía viajar de forma segura por algunos países, como El Salvador.

Y sí, viajar tiene ciertos riesgos. Y hay países más seguros que otros. Pero de verdad que la imagen que tenía en comparación con la realidad es como la noche y el día.

Aunque, como te adelantaba al principio, no todo ha sido atardeceres, volcanes, playas alucinantes y momentos de película.

Por ejemplo, ver perros famélicos por las calles en algunos de estos países me rompía el corazón. Y sobre todo ver cómo la gente podía ignorar a estos pobres animales moribundos.

Esto fue de lo más duro para mí.

Por ejemplo, en Ometepe – Nicaragua – procuraba llevar en el bolso empanadas o restos de comida para ir alimentando a estos pobres perritos. Pero no siempre tenía comida, y encontrarte una perrita en los huesos y no poder darle nada es de las cosas más tristes que he vivido en el viaje.

El tema de la basura en algunos países también ha sido impactante. Playas llenas de plástico. Locales tirando la basura al suelo. Ninguna opción de reciclaje.

Y bueno, también tengo que reconocer que en algunos de estos países, es normal que los hombres te miren y te digan cualquier cosa por la calle. Te hace sentir incómoda, pero yo tenía la suerte de ir con Chris. Pero tengo alguna amiga que estaba viajando sola y me contaba que se había sentido muy violentada en algunas ocasiones.

Así que no, no todo era paraíso, ni mucho menos. Todo tiene una cara b.

Como es el caso del CANSANCIO AL VIAJAR.

Yo a los 5 meses empecé a sentir el cansancio y pesadez del viaje. Fue en la segunda mitad de Costa Rica. Y lo peor es que me sentía súper culpable por no estar disfrutando al máximo de los lugares tan increíbles a los que íbamos.

Para mí era… otra playa… otro atardecer… otro mono…

Empecé a estar bastante irascible y a sentir que realmente quería volver.

Pero claro, por otro lado tenía a Chris, que estaba LIVING LA VIDA LOCA!!

Y yo quería estar en su misma onda, como habíamos estado los meses anteriores, pero no lo conseguía. Y eso hacía que me frustrase más.

Además por estas fechas empecé a encontrarme bastante mal de la tripa, como con una sensación de pesadez y cansancio constante, y tenía una inflamación que flipas. No exagero, me hice fotos porque era brutal, parecía que estaba embarazada de 6 meses.

Es lo que pasa cuando comes carbohidratos en cada comida, y tienes un estómago muy sensible.

Así que eso no ayudó a que me encontrase mejor.

¿Y qué hice? HABLÉ CON CHRIS, ME SINCERÉ Y JUNTOS BUSCAMOS UNA SOLUCIÓN.

Le comenté que necesitaba un city break, y nos fuimos unos días a Granada en Nicaragua para descansar.

Y lo que también hice fue, en la medida de lo posible, reducir los carbohidratos y comer más verduras, pescado y carne.

A las dos semanas había recuperado mi cuerpo y volvía a ser yo, lo cual me animó muchísimo y me permitió disfrutar de los 2 últimos meses de viaje.

Aunque, entre tú y yo, yo ya estaba lista para volver. Pero Chris no, y no quería fastidiarle la experiencia.

Y en cuanto al trabajo, probablemente te estés preguntando cómo

Y bueno… creo que no me dejo nada en el tintero.

Este es el resumen de estos 7 meses y medio. Un viaje donde nos hemos recorrido Ecuador, Colombia, Costa Rica, Nicaragua, El Salvador, Guatemala y Brazil.

Una etapa alucinante que, sin duda, ha marcado un antes y un después en nuestras vidas. Y más importante aún, que nos ha mostrado que es posible vivir de una forma diferente.

Desde aqui te animo a perseguir tus sueños y vivir una vida llena de momentos memorables.

Gracias por escucharme, y por haberme acompañado durante estos meses.

Notas del Episodio:

Laura